MADRID 12 Jun. (EUROPA PRESS) -
La Alianza Contra la Incontinencia Urinaria (ALiNUR) ha advertido que esta afección es un problema "silenciado" frente al que se deben romper tabúes para que las afectadas dejen de normalizar las pérdidas de orina y acudan a Atención Primaria (AP) a recibir un tratamiento adecuado, algo para lo que también se necesita mejorar la formación de los profesionales sanitarios.
Las nueve sociedades científicas que forman ALiNUR han presentado este jueves un documento de consenso que recoge la situación de la incontinencia urinaria (IU) femenina en España, identifica retos específicos y plantea propuestas de mejora con el objetivo de impulsar un abordaje integral de la afección, que permita un diagnóstico precoz, el equitativo a tratamientos y el fomento de la investigación.
La presidenta de la Asociación para la Incontinencia Anal (ASIA), Àngels Roca, ha detallado que entre 55 y 60 millones de personas se ven afectadas por la incontinencia urinaria en Europa, y hasta tres millones solo en España. Pese a su alto impacto en la vida social, familiar, laboral e incluso sexual, ha destacado que está infradiagnosticada e infratratada.
Esta afección tiende a asociarse con el envejecimiento, pero Roca ha precisado que las pacientes no son siempre mujeres mayores. El informe de ALiNUR detalla que uno de los perfiles de afectadas es el de aquellas mujeres menores de 50 años, cuya incontinencia se asocia principalmente con factores como el embarazo, el parto vaginal y la práctica de actividades físicas de alto impacto. De hecho, se estima que una de cada cuatro mujeres puede padecer IU durante el primer año posparto, y entre un 10 y 20 por ciento puede continuar experimentando síntomas hasta cinco años después.
En pacientes mayores de 50 años, aquellas mujeres pre y posmenopáusicas, la prevalencia varía entre el 46 y el 64 por ciento, debido a factores hormonales y cambios en la musculatura del suelo pélvico. El tercer perfil sería el de mujeres de edad avanzada con comorbilidades, polimedicación y movilidad reducida, entre las que hay un número considerable de casos.
El tratamiento varía en función del perfil de la paciente, sus propias características y las de la incontinencia, ya que esta puede producirse en determinados momentos, como al toser, reír, practicar deportes de impacto o levantar objetos pesados (incontinencia de esfuerzo); o suceder de manera repentina, por un deseo incontrolable de orinar (incontinencia de urgencia).
Teniendo esto en cuenta, el abordaje médico puede incluir medidas menos invasivas, denominadas conservadoras, como cambios en el estilo de vida y ejercicios de rehabilitación; tratamiento farmacológico; técnicas de electroestimulación o cirugía; y, por último, medidas paliativas cuando la paciente tiene comorbilidades, está polimedicada o tiene movilidad reducida.
En todo caso, el médico de familia Raúl Salmerón, de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), ha hecho hincapié en que la "puerta de entrada" a la asistencia médica es la Atención Primaria, donde las pacientes deben acudir cuando perciban estas pérdidas de orina para poder abordarlas, empezando por medidas higiénico-dietéticas para continuar con tratamiento farmacológico y, en su caso, ser derivada a un especialista si el problema persiste.
A este respecto, el urólogo Carlos Errando, de la Sociedad Iberoamercana de Neurología y Uroginecología (SINUG), ha puntualizado que se debe preguntar a la paciente por sus preferencias y hasta qué punto le afecta la IU en su vida para adaptar el tratamiento a esto, ya que si una mujer no quiere pasar por cirugía, por ejemplo, habrá que tomar un camino alternativo.
PROBLEMAS DERMATOLÓGICOS, CAÍDAS 362f24
El informe elaborado por ALiNUR enumera los retos que plantea la IU, que es la tercera enfermedad crónica que más pérdida de años de vida produce, además de conllevar una carga económica sustancial, valorada en más de 69 mil millones de euros en toda Europa, lo que supone la mitad de la carga económica de la diabetes y dos tercios de del cáncer.
La ginecóloga y presidenta de la Sección de Suelo Pélvico de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), Irene Díez, ha precisado que la IU puede producir problemas dermatológicos causados por los absorbentes (pañales o compromesas) que muchas mujeres necesitan; aumenta la posibilidad de infecciones del tracto urinario inferior; puede llevar a deshidratacion porque muchas pacientes deciden disminuir el consumo de líquidos; y la necesidad urgente de acudir al baño, también por la noche, aumenta el riesgo de caídas.
Además de desafíos físicos, Díez ha hecho hincapié en la carga psicológica asociada, ya que muchas mujeres piensan que tener incontinencia es un motivo de vergüenza y lo ocultan, evitan las relaciones sexuales por la posibilidad de escapes de orina y el olor de los absorbentes puede llegar a llevarlas al aislamiento social. En este sentido, se estima que el 30 por ciento de las mujeres con IU tienen síntomas relacionados con la depresión.
Entre otros retos, la ginecóloga ha apuntado que la incontinencia urinaria conlleva desafíos de sostenibilidad, pues emplear entre cuatro y seis absorbentes al día puede suponer un gasto de 4.000 euros al año. En relación con el medio ambiente, ha comentado que un absorbente puede tardar entre 300 y 500 años en desaparecer.
"Este es un problema silencioso que es como un iceberg, posiblemente vemos el pico, pero no vemos la profundidad", ha aseverado por su parte la miembro de la directiva de la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica (SEEGG) María Victoria García, quien ha expuesto las propuestas de mejora necesarias.
Además de priorizar la incontinencia urinaria en la agenda pública, darle visibilidad y poner en marcha campañas de sensibilización y programas educativos desde edades tempranas que ayuden a eliminar el estigma social de la afección, García ha señalado que se debe fomentar la formación de todos los profesionales sanitarios a cualquier nivel y, en especial, la de Atención Primaria.
Del mismo modo, ha insistido en que debe existir una buena coordinación entre niveles asistenciales porque actuar de forma asilada "no tiene sentido, no se verán los resultados". En este punto, ha destacado la importancia de un abordaje multidisciplinar, con la creación y fortalecimiento de Unidades Multidisciplinares de Suelo Pélvico en hospitales de referencia, donde una enfermera de enlace guíe la asistencia.
Para finalizar, ha subrayado que ante esta situación hay que incentivar la investigación para poder conocer la prevalencia real de la incontinencia urinaria y el perfil de las mujeres afectadas, con el objetivo de poder actuar desde la evidencia y promover estudios sobre tratamientos y dispositivos médicos que ofrezcan soluciones más efectivas y menos invasivas.